Teorías clásicas de las relaciones internacionales – Ian Clark
Introducción
La división del pensamiento sobre las relaciones internacionales en distintas tradiciones, muestra las diferentes formas de acercamiento a la materia que ha habido. El diálogo se basa en la discusión sobre la naturaleza de la sociedad internacional e incluso su existencia.
Muchos son escépticos sobre la existencia de un cuerpo teórico para las relaciones internacionales, ya que si bien existen diferentes teorías, cuál sería la correcta para el análisis de las mismas?
Tomando en cuenta esto, utilizaremos una categorización hecha por Martin Wigth en Realistas, Racionalistas y Revolucionarios.
La taxonomía de las tradiciones
Si bien existen otras divisiones, la de Wigth es la utilizada en la mayoría de las discusiones sobre la materia, incluso Even Wigth subdividió varias veces las categorías, pero terminó determinando que las teorías se podían dividir en al menos tres líneas coherentes de pensamiento.
Como Hedley Bull destacó, cada tradición implica una visión particular sobra la naturaleza de las política internacional y establece ciertas prescripciones sobre cómo el hombre debe conducirse en ella. Además establece también la relación entre el estado y la sociedad a su alrededor, como así el lugar del ser humano en el contexto tanto nacional como internacional.
La tradición Realista se relaciona con la visión de Hobbes o Maquiavelo. Niega la existencia de una sociedad internacional, y califica al sistema internacional como un estado pre-social, o similar al estado de naturaleza humana que es básicamente de guerra. Para esta visión el estado es dueño de su propio destino, y las políticas exteriores, están vinculadas a la búsqueda de más seguridad para el propio estado y el desarrollo de los intereses nacionales. Lo más importante de esta concepción teórica, es que es el poder enraizado en el estado, el que determina todas las categorías normativas; el poder es previo a la sociedad, la ley, la justicia y la moralidad.
Los Racionalistas, en asociación con Grocio, defienden la idea de la existencia de una sociedad internacional. Los estados comparten intereses comunes y cooperan en sus metas. Es una sociedad real, con deficiencias institucionales que permiten el conflicto. Las relaciones internacionales están caracterizadas por normas y regla compartidas, que muestran la concepción solidaria de la sociedad.
Para esta concepción, la preservación de las bases de la sociedad internacional se convierte entonces en el fin primordial del estado, desarrollando suficiente confianza para una genuina cooperación entre las partes.
Salvando las diferencias, tanto el Realista como el Racionalista convergen en que ambos son análisis estáticos sobre las relaciones internacionales.
Los Revolucionarios creen que hay una comunidad mundial que va más allá de la sociedad de estados. Para ellos el estado es el compuesto de seres humanos que han dado contingentemente una expresión política a sus intereses. Este pensamiento está relacionado con Kant, y su mezcla de elementos estatistas y cosmopolitas. Sin embargo, la sociedad de individuos tiende a un orden moral universal. Esta idea defiende principalmente la libertad y autonomía moral del individuo.
Tradiciones de pensamiento: una crítica
Aquí debatiremos los méritos de presentar las relaciones internacionales a través de alguna de las tradiciones.
Primeramente, podríamos decir que, preguntas básicas sobre la sociedad internacional, el estado y el individuo, son inseparables para cualquier teórico de las relaciones internacionales. Las respuestas a estas preguntas definen diferentes posiciones que a caracterizarán las tradiciones. La realidad es que la política internacional no debe ser analizada a través de ninguna de estas formas de pensamiento en particular, sino alrededor de ellas.
Como segundo punto, destacaremos que es función de estas tradiciones identificar orientaciones normativas certeras, esto en función del análisis, que sin embargo, cualquiera sea la idea de estado o sociedad internacional que se tenga, debería poner como prioridad los derechos y cuestiones del individuo.
Terceramente, apegarse a una tradición de pensamiento nos pone a resguardo del hubris (caos) del presente. La noción de tradición arregla la política en la historia, mostrando diferentes explicaciones y soluciones para los problemas planteados.
Finalmente, lo que la tradición agrega al estudio del pensamiento pasado es un constante punto de referencia contra el cual los cambios pueden ser medidos, o más bien, comparados; en el contexto de qué elementos de continuidad pueden ser explorados y contra que preguntas críticas han dado respuestas ciertas tradiciones, algunas serán consideradas más importantes que otras sin voz.
Si el empleo de tradiciones ha sido más bien implícito, la crítica de las tradiciones se ha vuelto mucho más explícita con los años. Las objeciones pueden ser consideradas en un orden ascendente de importancia.
El primero es un grupo de críticos que se muestran más preocupados por la forma en que el proyecto es ejecutado más que con la validez de sus fundamentos.
Mucho más fundamentalistas que éstos, son aquellos que creen que la construcción de tradiciones de pensamiento es de por sí un procedimiento erróneo ya que implica suposiciones insostenibles acerca del lenguaje político. El lenguaje político es creado en un contexto, por lo que la tradición debe ser una construcción insensible al cambio de los años y las eras, es decir, al cambio del lenguaje político.
Como tercero tenemos aquellos que creen que la construcción de tradiciones teóricas implica un conservadurismo intelectual, que lo que logra es “cerrar la agenda”. Es decir, el marco de estudio de una tradición privilegio ciertos asuntos antes que otros, siempre y de manera arbitraria.
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