Ideología e Historia (El fenómeno estoico en la sociedad antigua) Gonzalo Puente Ojea
La evolución ideológica del estoicismo en la sociedad antigua
La figura ideológica de la concepción estoica de la vida cumple funciones sociales y políticas varias, conectada estrechamente con el nivel de la praxis política. Así podemos ver como las ideologías estoicas concretas reflejan sucesivos momentos de la constelación política que integra los diversos los diversos factores socio-económicos de la situación.
Basándonos en esto podemos ver, a grandes rasgos, 3 etapas del estoicismo: el estoicismo post-alejandrino o helenístico y el estoicismo de la época imperial corresponden, respectivamente, a periodos políticos en los que la anarquía o el agotamiento se reflejan ideológicamente en actitudes de evasión o de resignación, mientras que el estoicismo helenístico-romano cobra una función ideológica nueva en servicio del ethos latino y de los intereses hegemónicos de la República romana.
La visión estoica del mundo conduce a la aceptación de la realidad en todos sus niveles, incluido el orden social y político. La ética estoica postula una vocación humanizadora y de espiritualización de las relaciones comunitarias, y un ideal de justicia; pero la vivencia del destino (heimarmene) y la creencia en un logos ordenador (pronoia) imponen, a la postre, una voluntad incesantemente renovada de conformidad con las eventualidades cotidianas en cuanto signos de la arcana dispensación natural. Lo que importa para el hombre estoico es la pureza de sus intenciones y no el resultado de sus actos, es decir, prefiere sufrir una injusticia que cometerla.
Esta íntima obediencia al orden (kosmos) obliga a soportar el mal y a asegurarse, antes de obrar, de la naturaleza valiosa (axia) de nuestra acción evitando a toda acción nociva (apaxia).
Como ya dijimos ,el pensamiento estoico aparece cumpliendo sucesivamente funciones sociales diversas, de modo que es lícito hablar de sucesivas ideologías Zenón que denominaremos período post-alejandrino o helenístico (323-202 a.C.). La segunda, iniciada por Posidonio, corresponde al período helenístico-romano (202-27 a.C.). La tercera, representada por Séneca, pertenece al primer período imperial romano (27 a.C. – 180 d.C.).
El tránsito ideológico es posible gracias a una ambigüedad que matiza la actitud de los estoicos en el plano político y social, y que subyace en las bases mismas del estoicismo fundado por Zenón: se trata de una actitud evasiva sin ánimo de desertar, de alejamiento en la convivencia, de apolitismo práctico en el contexto de la corresponsabilidad ciudadana. El hombre ya no se define como un zoon politikón sino como zoon koinonikón (animal comunitario). Esta herencia tan rica en potencialidades de adaptación, permitirá que esta filosofía consolide, en diferentes etapas, y con diferentes concepciones, el orden político y social dominante.
La configuración histórica del mundo post-alejandrino
Con la muerte de Alejandro (323 a.C.), la ausencia de una verdadera cultura greco-oriental, hizo que la cultura siga siendo esencialmente griega, con leve mezcla de elementos orientales, pero elevada a un plano cosmopolita que prepararía l fusión de sus diversos elementos y la universalidad que, sobre base estoica adquiriría bajo el imperio romano. Esta helenización, no obstante, se concentró en las ciudades y apenas afectó a las poblaciones campesinas orientales. Fue y continuó siendo una cultura fundamentalmente urbana.
Los fundamentos filosóficos del estoicismo original
El estoicismo original aparece saturado de influencias cínicas y orientado a la solución de las graves cuestiones morales que venían preocupando al hombre helénico.
La doctrina cínica consiste en una extraña trama de elementos sofísticos y socráticos que se distingue por su marcado nominalismo conceptual y por un recio criticismo epistemológico, en el contexto de una obsesiva concentración en los problemas de la dirección de la vida (paideía) de la práctica de la virtud (arieté) como caminos de la felicidad (eudaimonía). En esta empresa son indispensables la negación del lujo (tryphé) y del placer (hedoné). Sólo la práctica de la vida virtuosa distingue al sabio (sophós) de la masa de ignorantes (polloí).
Fue la forma cínica de vida lo que tuvo relevancia para el punto partida de la reflexión estoica: aquella forma de vida que se expresaba en el libre ejercicio de la palabra, en el discurso irónico y en la comparación ridiculizante, que iba socavando los cimientos más firmes de la polis. En la Grecia de la época, el ciudadano consciente, inmerso en la afanosa vida del ágora, tenía que experimentar un sentimiento de alienación, reforzado por la hipocresía característica de las élites intelectuales, que profesaban en privado un escepticismo radical, pero que en público no osaban confesar su desprecio del consensus tradicional. Es en este sentido de alienación de la filosofía de las escuelas platónica y aristotélica, respecto de los intereses de los más humildes, que surgen las 3 escuelas que en seguida siguieron en Atenas: los cínicos, los estoicos y los epicúreos.
Los primeros han sido descriptos como la filosofía del proletariado del mundo griego, ya que tendía a atraer a los que se sentían simples y oprimidos. Aquí se veía un rechazo a las instituciones y a ancestrales prohibiciones, que eran más una demostración del coraje de disentir que una forma de práctica de vida. Según ellos, la existencia humana debe ser la expresión de una voluntad exenta de toda vinculación a normas, preceptos o temores, que a su vez, debe estar templada por las privaciones corporales, como disciplina del ánimo (áskesis) e instrumento de la educación para la vida feliz.
Es así como el estoicismo está plagado de estas características, pero Zenón, imprimiría un giro decisivo a la orientación cínica, dotándola de un nuevo fundamento racional. El núcleo del estoicismo reside en la actitud radical de la voluntad: la decisión de asumir el dolor, de anular el mal y sus causas, como parte del orden (kosmos), de insertarse volitivamente en la totalidad universal. Es decir, se abandona la actitud agónica y la resistencia militante de los cínicos, y se inicia una forma que consiste en asumir la realidad apartándose de ella (evasión). Al concebir el mundo como un sistema cuyas partes están en relación, por medio de un orden que se conforma sin cesar al nexo causal necesario, el estoico se aleja de la concepción oportunista y anárquica del cínico.
La ética de Zenón plantea que nada impide la felicidad si se niega el mundo en cuanto otro y se asume en cuanto parte de un kosmos del que el individuo es parte.
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